jueves, 14 de enero de 2010

Evangelio Jueves 14-1-10, san Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas:
"Si tú quieres, puedes curarme".
Jesús se compadeció de él y, extendiendo la mano, lo tocó y le dijo:
"¡Sí quiero: sana!"
Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad:
"No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés".
Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.


Reflexión

Un leproso queda libre de la exclusión comunitaria que significaba una muerte lenta y penosa. El milagro comienza con el contacto fisico que jesus le da a un leproso. Jesus no le pide al leproso ninguna contraprestación, solo que se presente al sacerdote , representante de la estructura religiosa,.Lo que jesus indica con esa invitación es la necesidad de ser restituido a la sociedad de la que la ley del templo lo ha excluido. En la lectura de hoy podemos ver a jesus que se solidariza con con el dolor y la tragedia humana y que busca por todos los medios posibles limpiar el rostro de la humanidad. Por el bautismo estamos llamados a actualizar en la vida, lo que jesus hizo y ponernos de parte de quien él se puso en la historia.

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