martes, 19 de enero de 2010

Evangelio Martes 19-1-10, Marcos 2, 23-28

Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: "¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?"

Él les respondió: "¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros".

Luego añadió Jesús: "El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado".


Reflexión

La verdad, a los fariseos no les importaba transgredir la ley, sin embargo la sabían usar muy bien para su propio beneficio, habían olvidado que la ley nunca puede ser más importante que la caridad.

Siguiendo este principio, el último código del Derecho Canónico que rige a la Iglesia reza así: "la salvación de las almas es la ley suprema de la Iglesia" (C. 1752). No podemos vivir sin leyes que nos ayuden a normar y a dirigir nuestras vidas. Desde nuestra propia casa hasta las últimas instituciones necesitan de leyes, sin embargo quienes están encargados de la aplicación de éstas, deben tener siempre en cuenta el "espíritu" que las ha inspirado y que en última instancia es el bien de los individuos y de la comunidad.

Aquellos a los que Dios nos ha puesto al cuidado de la observancia de la ley (padres, administradores, gobernantes, etc.) debemos tener siempre cuidado de no usarla para beneficio particular sino para el bien de los hermanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribenos!!