lunes, 5 de abril de 2010

Evangelio Lunes 05-04-10, San mateo 28, 8-15

Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron.
Entonces les dijo Jesús:
"No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido
Estos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones:
"Digan: 'Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo'. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Si este texto se escribiera en un diario de hoy, podría ser titulado: "Roban el cadáver de uno de los crucificados el viernes pasado" . Esa era la historia oficial que todavía circulaba cincuenta años después cuando se escribió el evangelio de Mateo. Sin embargo había otra historia que contaban las mujeres en las comunidades: el Señor resucitó. Y esta versión es la que ha corrido durante más de 2000 años y ha llegado hasta nosotros hoy.

La fe en que, ese Jesús que fue crucificado ha resucitado, es un don de Dios, que exige una respuesta y obliga a una tarea. Nadie puede creer en Jesús si el Espíritu Santo no actúa con su gracia. Gracia que significa vida y gracia que significa gratis. "Amor saca amor" decía santa Teresa. Debemos responder al amor. Quienes creemos que Jesús está vivo queremos comprometernos en la tarea de servir al reino, no por merecer recompensas sino por "urgencia retributiva" (J. Sobrino) En medio de nuestras desesperanzas y miedos, Jesús nos dice: "No teman. Alégrense. Vuelvan al comienzo del camino y recórranlo nuevamente llenos de esperanza". Y en la misión de hacer presente el reino experimentaremos con certeza que el Señor resucitó.

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