lunes, 21 de junio de 2010

Evangelio Lunes 21-06-10, Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No juzguen, para que Dios no los juzgue; porque Dios los juzgará del mismo modo que ustedes hayan juzgado y los medirá con la medida con que hayan medido a los demás.
¿Cómo es que ves la basura en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo? O ¿Cómo dices a tu hermano: "Deja que te saque la basura del ojo", si tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver para sacar la basura del ojo de tu hermano".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión


Debemos aprender a excusar los defectos, quizá patentes e innegables, de quienes tratamos a diario, de tal manera que no nos separemos de ellos ni dejemos de apreciarlos a causa de sus fallos o incorrecciones. Aprendamos del Señor, que “no pudiendo de ninguna forma excusar el pecado de quienes le habían puesto en la cruz, trata sin embargo de aminorar la malicia, alegando su ignorancia. Cuando no podamos nosotros excusar el pecado, juzguémosle a lo menos digno de compasión, atribuyéndolo a la causa más tolerante que pueda aplicársele, como lo es la ignorancia o la flaqueza”3.
Si nos ejercitamos en ver las cualidades del prójimo, descubriremos que esas deficiencias en su carácter, esas faltas en su comportamiento son, de ordinario, de escaso relieve en comparación con las virtudes que posee. Esta actitud positiva, justa, ante quienes tratamos habitualmente, nos ayudará mucho a acercarnos más al Señor, pues creceremos en mortificación interior, en caridad y en humildad. “Procuremos siempre –aconsejaba Santa Teresa– mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados. Es una manera de obrar que, aunque luego no se haga con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por mejores que nosotros, y comiénzase a ganar por aquí el favor de Dios”4.
Ante las deficiencias de los demás, incluso ante los mismos pecados externos (murmuraciones, faltas de laboriosidad...), hemos de adoptar una actitud positiva: rezar en primer lugar por ellos, desagraviar al Señor, ejercitar la paciencia y la fortaleza, quererles y apreciarles más, porque más lo necesitan; ayudarles lealmente con la corrección fraterna.

Amar a los demás, con sus defectos también, es cumplir la Ley de Cristo, pues toda la Ley se resume en un solo precepto, en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo5, y no dice este mandamiento de Jesús que se ha de amar solo a quienes carecen de defectos o a quienes tienen determinadas virtudes. El Señor nos pide que sepamos apreciar en primer lugar, porque la caridad es ordenada, a quien Dios ha puesto a nuestro lado por razones de parentesco, de trabajo, de amistad, de vecindad... Esta caridad tomará acentos y notas particulares según los lazos que nos unan, pero en todo caso nuestra actitud ha de ser siempre abierta, amistosa, con deseos de ayudar a todos. Y no se trata de vivir esta virtud con personas ideales, sino con quienes habitualmente convivimos, trabajamos o encontramos en la calle a la hora de mayor tráfico, o cuando los transportes públicos van sobrecargados. A veces nos hallaremos –quizá en el mismo hogar, en la misma oficina– a personas que tienen mal carácter o están algo enfermas o cansadas, o son egoístas y envidiosas... Se trata de convivir, de apreciar y de ayudar a esas personas concretas y reales.

Entre los muchos motivos para dar gracias a Dios, ojalá podamos contar también con el de tener personas a nuestro lado que sepan decirnos oportunamente lo que hacemos mal y lo que podemos y debemos hacer mejor, en una crítica amiga y honesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribenos!!