jueves, 8 de julio de 2010

Evangelio Jueves 08-07-10, Lectura del santo Evangelio Mateo 10, 7-15

En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: "Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.

No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: "Que haya paz en esta casa". Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacudan el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad".

Relexión

De nuevo Jesús, ahora en otro contexto, advierte del peligro de rechazar el anuncio del Reino. Este es quizás uno de los grandes problemas por los que atraviesa nuestra sociedad: el rechazo del anuncio evangélico. Ciertamente este rechazo no es expreso, sin embargo esta pereza de ir a misa, de asistir a retiros, de no involucrarse en la parroquia, de no estar abierto a la instrucción de la Iglesia (obispos, sacerdotes, del mismo Papa), expresa con bastante claridad el rechazo que el mundo y nuestra sociedad hacen del anuncio del Reino.

Por otro lado, si bien es cierto que no hay una negativa concreta de hospedar a un ministro de la palabra (sea sacerdote o laico), en muchos de los cristianos se nota una falta de interés por cooperar abiertamente en la proclamación del Evangelio; no se nota este compromiso en donde uno pone a la disposición del Reino su persona e incluso sus propios bienes, a fin de que el mensaje del Evangelio se difunda. Debemos estar atentos, pues la advertencia de Jesús es clara: "Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad".

Busquemos siempre la manera de aceptar la invitación de Jesús a una conversión más profunda y de cooperar para que toda nuestra comunidad pueda conocer y vivir el mensaje del Reino.

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