lunes, 26 de abril de 2010

Evangelio Lunes 26-04-10, Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños".

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia".

Reflexión

El Señor nos manifiesta que su venida al mundo está relacionada con la donación de la vida plena; Jesús da la vida, para que nosotros tengamos vida, es decir, él muere en la cruz para que nosotros podamos vivir en la esperanza de la vida eterna, una vida que no termina, ni mengua ni acaba porque es la contemplación de Dios cara a cara. La vida eterna, como don divino, es la continuación de la vida que obtenemos por el amor de nuestros padres. Y ahora nuestro Padre celestial, nos brinda la vida que siempre quiso para nosotros desde la creación del mundo y que nosotros rechazamos con el pecado original.

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